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Reseña de «La campana de cristal»

Este es uno de esos libros «clásicos» que el universo te pide que te leas por su atemporalidad. Atraído por ese concepto universal de temer elegir un camino y que eso suponga renunciar a todos los demás, decidí darle una oportunidad al libro.

Como ya adelanta la sinopsis, el tema central de esta historia es la angustia vital de la protagonista, Esther, en ese momento de transición de la adolescencia a la vida adulta. Esther está en Nueva York gracias a una beca haciendo un trabajo de verano en el seno de una revista, dedicada a diversas actividades de escritura para una columna, justo antes del inicio de su vida universitaria. Nueva York ha expuesto a Esther a distintos tipos de vida y de persona, lo que no ha hecho sino aumentar su angustia vital. «Después de esto, ¿qué?» «¿Quiero dedicarme a esto para siempre?» «¿Esto me hace feliz?» «Quiero dedicarme a escribir, pero ¿sobre qué?» «¿Puedo ser escritora sin las experiencias vitales que me permitirían enriquecer a los personajes?» «¿Puedo siquiera dedicarme a escribir cuando parece que mi principal preocupación debería ser tener pareja y criar hijos?». Esta vorágine de dudas y miedos no ha hecho sino sumir a Esther en la apatía, indiferente a lo que pasa a su alrededor, a la gente, a las cosas buenas y malas. El agobio provocado por esa incertidumbre asfixia a la protagonista.


“Me vi a mí misma sentada en la bifurcación de ese árbol de higos, muriéndome de hambre sólo porque no podía decidir cuál de los higos coger. Quería todos y cada uno de ellos, pero elegir uno significaba perder el resto, y, mientras yo estaba allí sentada, incapaz de decidirme, los higos empezaron a arrugarse y a tornarse negros y, uno por uno, cayeron al suelo, a mis pies.”

 

Este agobio, representado por la metáfora de estar encerrada bajo una campana de cristal en la que el aire no se renueva y la persona se asfixia lentamente, se condensa en una profunda depresión cuando la beca de Nueva York se acaba y las cartas de aceptaciones en universidades no llegan, y finalmente en un deseo de poner fin a su vida cuando la depresión se vuelve muy profunda.

El libro nos da también una visión de lo que era la salud mental para mujeres en los años 70: tras buscar ayuda profesional con unos síntomas de depresión muy claros, nuestra protagonista acaba en dos psiquiátricos en los que recibe tratamiento de electroshock, compartiendo su tiempo incluso con pacientes que han sido lobomotizadas para aliviar sus problemas. Es cierto que la salud mental es algo “relativamente nuevo”, pero resulta absolutamente brutal leer sobre algunos procedimientos médicos que se estaban aplicando a finales del siglo XX.

Sin caer en demasiados spoilers, la obra tiene un final agradable con un mensaje de superación, si bien las circunstancias en torno a su publicación parecen ser más bien opuestas a este. Y digo esto porque esta obra, considerada semiautobiográfica, fue publicada solo un mes antes de que la autora Sylvia Plath se suicidase. Es por esto que, unido a información que se tiene de la autora en esos años (los 70), se considera que Esther es en realidad un alter ego de Sylvia, que sufría trastorno bipolar, desorden que por aquel entonces básicamente no tenía tratamiento. Sylvia también participó en un programa becado de escritura similar al que lleva a Esther a Nueva York, y también sufría de diversos problemas mentales.

En resumen, es un libro interesante, que plantea ese tópico universal que es el no saber qué hacer con nuestra vida: elegir un camino nos alejará de otros, e intentar seguirlos todos nos llevará a fracasar en todos ellos, nunca dedicando el tiempo que cada camino necesita. La incertidumbre nos paraliza, y acabamos deseando que el universo elija por nosotros: que algo nos obligue a aceptar un trabajo, a acabar una relación, a mudarnos, etc., al mismo tiempo que experimentamos una profunda apatía por todo.

Sin embargo, y aunque interesante, reconozco que el tema puede ser un poco deprimente, y que no todo lector puede estar interesado en “sentir” esa angustia a través de la protagonista, ni en pasar por los pensamientos depresivos y suicidas por los que pasa Esther.



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José María García García | Uses Font-Awesome and Bootstrap | Icons made by Freepik from www.flaticon.com is licensed by CC 3.0 BY